miércoles, 15 de abril de 2009

El famoso Gitano

Sixtilo Rojas

El personaje que entrevistamos el pasado martes 31 de marzo es vendedor de libros y lo apodan “El Gitano”. Durante el desarrollo de la entrevista le pregunté: ¿Durante la vida de su negocio, no ha tenido ningún incendio? No, respondió y me quedó mirando sorprendido. Me vino a la mente la pregunta, porque me llamó la atención la gran cantidad de libros que tenía en un ambiente de aproximadamente diez metros por setenta de fondo. Si bien es cierto los libros estaban ordenados, se notaban rumas sobre rumas, cubriendo todo el espacio. “Ni Dios lo quiera”, me dijo el Gitano. En ese momento imaginé lo apetitoso que serían para las llamas esos libros de hojas sueltas y secas, que de por sí ya arden con este sofocante calor.

¿Qué pasaría si se incendiaria el almacén del Gitano? Llorarían junto a él cientos de escolares, quienes vienen por sus obras literarias. Las señoras que vienen a canjear sus revistas Vanidades, Buen Hogar y otras, se perderían las recetas, los consejos, los chismes de la farándula y los secretos de belleza que después de las telenovelas son su entretenimiento favorito, pero que al menos siguen manteniendo el hábito de la lectura.

“Aquí tengo libros para todos los niveles: de cultura y entretenimiento, todas las especialidades, así como también revistas de todo tipo. Cogiendo uno de los volúmenes, el Gitano nos sorprende: “Este es de 1937”. Luego nos invita a mirar los libros más antiguos, como la colección “La historia marítima”, entre otras. De cuando en cuando me llegan joyas, agrega. “Hay gente a la que le gusta coleccionar libros antiguos; a veces solicitan por internet libros antiguos, pagan buen precio…”

¿Sería terrible el incendio? Ya me imagino al mismo gitano queriendo salvar de las llamas sus mejores libros, los que siempre recomienda a los visitantes. ¿Qué pasaría si se incendiaria? Sería una desgracia fatal. Sus 61 años quedarían paralizados y tal vez ya no tendría la misma suerte que tuvo cuando empezó con el negocio a la edad de nueve años en su tierra natal: Santa Rosa, Ecuador. Allí se encontró un billete de 100 sucres. “Fue una bendición”, nos comenta. “Con este capital empecé. Yo era pobre, muy pobre, andaba con los pantalones parchados...”, nos señala con su mano, como si aún visualizara los remiendos en su percudido pantalón.

Que pasaría si se incendiara. Ya me imagino los comentarios y el sentimiento de muchos chimbotanos que lo conocimos -desde 1960- vendiendo revistas en su triciclo o simplemente en las veredas de las principales calles de la ciudad. Otros lo recordarán vendiendo en su espacio bien ganado por la fuerza de la costumbre: la puerta del Cine Olaya…

Es cierto que el incendio no espera, pero si la noticia llegaría a tiempo. Estoy seguro que las autoridades, los jueces, los periodistas, los mismos bomberos, y todas las organizaciones lo apoyarían, porque no hay una sola persona, ni una sola que no haya pasado por el Gitano a buscar sus libros preferidos.

“Tuve épocas de apogeo. No les miento que alcancé a reunir hasta 3 kilos de oro en joyas. Antes me ponía collares, pulseras, relojes y anillos, todo de oro. Antes era todo sanazo, nadie nos robaba... También tuve mi época de quiebra, allá por 1986. Me dediqué temporalmente a comercializar productos de la frontera, luego reinicié la misma actividad que sabía hacer: la venta de libros y revistas”.

¿En la época de bonanza, los pescadores leían? “Por supuesto, eran ellos los que más revistas me compraban. Se llevaban de cinco en cinco, hasta diez revistas cada uno para entretenerse leyendo en la lancha. ¿Con el internet, cree que ha disminuido la lectura? No, el movimiento sigue igual; al contrario estos últimos años a aumentado. Por los años 80 vino el fenómeno de las enciclopedias, pero la gente finalmente prefiere el libro suelto, la revista que esté al alcance de su bolsillo”.

¿Ud. trabaja con los colegios? “No, eso está monopolizado por las editoriales. Cada uno en su línea; yo traigo libros y revistas de Lima, me dedico a la compra y venta y tengo mi propia clientela. Y mis estrategias son diferentes…”, nos responde con la confianza y experiencia de librero de toda su vida.

Intento preguntarle si ha estudiado y trata de evadirnos la pregunta. Luego responde: “Cuando uno empieza a ganar plata es difícil seguir estudiando. A pesar que a los 15 años me empleé en la casa de un catedrático que me dijo: tienes que estudiar y vas a ser igual que yo, a mí me gusto siempre viajar y por eso me apodan el Gitano. He viajado a Colombia, a Venezuela, nuestro país lo conozco de canto a canto. Muchas veces vendía revistas en los carros...”

Bueno, don Juan. Eso del incendio fue una suposición pero de todas maneras tenga cuidado, tome sus precauciones… Observo la cuchilla eléctrica al costado de la puerta, algunos cables sueltos colgados de un techo con material inflamable y sostenido por cañas de bambú y otras maderas que en caso de un corto circuito de verdad, causaría un incendio. “Tengo cuidado…”. Nos despedimos sonriendo. Don Juan Tapia, el famoso Gitano...

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