viernes, 3 de abril de 2009

El legado de Moncada

Matías Izaguirre

No hay nada más impactante que una fotografía expresando la realidad de un momento especifico, de un acontecimiento o la imagen de un hombre importante cuya personalidad se ha enraizado en la sociedad. Tal es el caso de Ciriaco, el “Loco Moncada”, quien vivió en Chimbote durante los años de la plenitud de la pesca y el acero; su imagen se encuentra ahora como parte de una galería fotográfica en el auditorio del Centro Cultural Centenario de nuestra ciudad.

A fin de recordar algunas cosas sobre Moncada, conversé anteayer con Julio, conocido mío desde hace varios años, y quien también conoció al personaje.

“El Loco Moncada tiene una presencia singular en el conjunto fotográfico del auditorio”, empezó diciendo. “Tiene luz propia. Es el personaje más importante, mucho más que el empresario Luis Banchero y el futbolista Manuel “Chino” Rivera… Moncada surge con su filosofía, con su forma peculiar de ver los asuntos del desarrollo en la sociedad, la dependencia económica y política del país del sistema económico internacional que lleva inevitablemente a un trato injusto al pueblo, y sobre todo la actitud de las autoridades frente a los problemas sociales. Moncada fue un visionario, un predicador de justicia social”, explica Julio.

¡Ahí esta la singularidad del “Loco”!, subrayé. Yo tuve la oportunidad de verlo parodiar como “borracho” -botella en mano- a los pescadores, y a los siderúrgicos también. Se ponía dos cachos en la cabeza diciéndoles que no debían de llevar esa forma de vida porque tiempos críticos se aproximaban…

Ja, ja, ja, ja, reía sarcástico. ¡Qué rica es mi cervecita! ¡Qué bonito es el amor! Imbéciles, después van a llorar, presagiaba. También parodiaba a los ricos, fingiendo dormir en una hamaca que colgaba de dos postes en una esquina de la calle. ¡Qué rico es dormir mientras mi cholos trabajan!, decía.

Así era el “Loco”. Ahora que ya no está en este mundo tenemos su fotografía frente a dos grandes de América Latina: Víctor Jara y Atahualpa Yupanqui. Ellos con sus creaciones poéticas, y nuestro “Loco Moncada” con su oratoria, con la filosofía popular que debemos asimilar en toda su magnitud quienes tuvimos la suerte de escucharlo, concluí.

¡Ese es su mejor legado para los chimbotanos!, añadió Julio, finalmente.

Ya eran las seis y treinta de la tarde y nos despedimos. Julio se dirigió a la biblioteca y yo salí del Centro Cultural. Mientras caminaba volví a escuchar en mi mente el silbido y la risa burlesca que siempre tuvo Moncada como preámbulo de sus discursos...

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